martes, 20 de diciembre de 2016




COMO AMAR A UN SER HUMANO

   

    Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida.

    Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.

    Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tú mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, "este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo".

    Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando duda de sí mismo, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.

    Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

    Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

    Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquellos que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

    Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
    

anónimo


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“Ante omnia Punctum exstitit…”
Antes de que todo existiera, había un punto.


    En el Universo hay un Punto, un Ser que no está condicionado por ninguna necesidad, o deseo. Desde el momento en que ese Ser no quiere nada, todo le pertenece, pero no en el sentido de poseer o controlar, sino que todas las cosas gravitan de forma natural alrededor de esa Fuente incondicional, simplemente porque da un amor puro de forma natural a todos los que se acercan.
 
    El amor de la Fuente Incondicional es como una luz del sol. La luz del sol despierta a la flor que está oculta en la semilla, sin entrometerse ni tomar para sí. La luz del sol facilita el nacimiento y el florecer de la planta. La luz pura, ya sea física o espiritual, es desinteresada, completa en sí misma. La luz espiritual de la Fuente nos revela nuestras verdades olvidadas, nuestro potencial oculto y en especial nuestra bondad original. La Fuente Incondicional nos revela nuestra realidad. Entonces si nosotros queremos podemos alimentar esa conciencia.
 
    En estos momentos, la humanidad esta sumergida en la oscuridad. La meditación es el ejercicio del pensamiento puro, del pensamiento concentrado, para reconectarnos con esa Fuente Incondicional. Libera a la mente de los límites del pasado, de los resentimientos, de la mezquindad, y nos permite probar la dulzura de lo ilimitado, del Incondicional, ya bien sea amor, paz o felicidad. Esta relación con la Fuente Incondicional me anima y permite que emerja mi fortaleza espiritual. Con esta fortaleza espiritual soy capaz de crear una vida verdaderamente humana, una buena vida. 


                                                                      ♥ ♥ ♥ 







    
   


    Un corazón limpio se siente ligero, expandido, amoroso, y se conecta fácilmente al corazón de los demás. Cuando mantenemos en "secreto" la basura de los celos, el chisme, la ira y la competencia en nuestros corazones, se crea la enfermedad en nuestro espíritu. Estas anomalías en los rincones de nuestra conciencia necesitan ser limpiadas con atención y amor para que nuestra luz interior pueda brillar.

    A clean heart feels light, expansive, loving, and easily connects to the heart of others. When we hold ‘secret’ rubbish such as jealousy, gossip, anger and competition in our hearts, it creates illness in our spirit. These anomalies in the corners of our consciousness needs to be cleaned out with love and attention so that our inner light can shine.⁠⁠⁠



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Todas Las personas tienen una conciencia o imagen de sí mismas en sus mentes. En términos generales, cada persona dispone de dos opciones: dudar del ser y sentirse indigna, o bien creer en el ser y sentir autoestima.
 
            Una de las partes más esenciales del proceso de auto transformación es retirar esos estratos de dudas y reemplazarlos por sentimientos de autoestima, amor propio, cariño por uno mismo y auto aceptación. La naturaleza real de toda alma es el amor. Si no se es capaz de amar, sea a sí mismo como a los demás, entonces es que en algún lugar se ha producido una lesión o herida en el alma.
 
El proceso de la meditación desarrolla la capacidad para tener una actitud positiva hacia uno mismo. A través de la meditación aprendo el proceso de aceptar u experimentar mis propias cualidades, virtudes, valores y capacidades. El mejor regalo que puedo hacerme es creer en mí mismo. Cuando carezco de fe en mí mismo, pongo restricciones sobre mis propias habilidades para hacer frente a los desafíos y cambios de mi vida. Si siento respeto por mí mismo podré hacer frente a todo tipo de situaciones.

Cada persona es única e individual. Debo aceptar y valorar las capacidades que poseo. Cuando lo acepto puedo dejar de luchar una batalla perdida y avanzar.



. . . .  el auténtico Dios es la esencia siempre continua que permite al hombre crear y representar sus ilusiones de cualquier manera que él elija, y que todavía estará ahí cuando el hombre vuelva otra vez, en otra primavera, en otra vida. Me di cuenta de que es en el poder y la continuidad de la fuerza de la vida en donde el Dios Desconocido yace realmente. ¿Quién era el Dios Desconocido? Era yo..., y los pájaros en su nido nocturno, la escarcha en los juncos, el rocío de la mañana y el cielo del atardecer. Era el sol y la luna, los niños y su risa, las rodillas de alabastro y el agua del río. Era el olor del ajo, el cuero y el metal. Me llevó mucho tiempo llegar a este entendimiento, sin embargo, había estado siempre ante mis ojos. El Dios Desconocido no estaba más allá de la luna o del sol. Estaba a mi alrededor. Y con este nuevo nacimiento de la razón empecé a abrazar la vida, a apreciarla y a encontrar una razón para vivir.

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Cuando amas lo que eres, no hay cosa inconquistable ni inalcanzable. Cuando realmente te amas a ti mismo, vives solamente en la luz de tu propia risa y viajas solamente por el camino de la alegría. Cuando estás enamorado de ti mismo, entonces, esa luz, esa fuerza unificada, esa felicidad, esa alegría, ese jubiloso estado de ser, se extiende a toda la humanidad. Cuando el amor abunda dentro de tu maravilloso ser, el mundo, con todos sus desagrados, se convierte en algo hermoso, y la vida se llena de sentido y de alegría.

No hay amor más sublime en la vida que el amor del Yo. No existe amor más grande, pues a partir del abrazo del Yo existe la libertad. Y es en esa libertad donde nace la alegría. Y gracias a ese nacimiento, Dios es visto, conocido y abrazado. El amor más profundo, más grande y más significativo es el amor del Yo puro e inocente, la magnífica criatura que se sienta entre las paredes de la carne y que se mueve y contempla, crea, permite y es. Y cuando tú ames lo que eres, sin importar cómo seas, entonces conocerás esta magnífica esencia que yo amo, que se halla detrás de todos los rostros y dentro de todas las cosas. Entonces amarás como Dios ama. Así es fácil amar y perdonar. Así es fácil ver a Dios en toda la vida.


El Libro Blanco - RAMTHA





                                               


FUTURO PASADO

Meditación Tarot Zen

Restaurado de un viejo libro Sindi (1935)

RADHA

SHIV SHAKTI

Govindam adi purusham tam aham bhajami